Tarde en el cine

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Fuí a ver ‘Dolor y Gloria’ (2019) de Pedro Almodóvar al cine con mis padres y al salir descubrí con sorpresa que cada uno de nosotros resaltaba una escena distinta:

Mi padre, aquejado de artrosis, disfrutó viendo como el protagonista, Salvador Mallo (Antonio Banderas), enumeraba sus males hacia el inicio de la película. No recuerdo muchas películas que enumeren el dolor físico del paso del tiempo. El cansancio de hacerse mayor.

Mi madre identificaba con orgullo a su tía abuela en la figura de esa madre joven (Penélope Cruz) que quiere sacar adelante a su hijo y no encuentra otra forma que ganarse el favor de la iglesia, es decir, conseguir que su hijo ingrese en el seminario. Le gusta la historia que cuentan los flashbacks de Salvador niño, la de una mujer antigua capaz de ingeniárselas para conseguir un futuro para su hijo y que no encuentra -ni necesita- el favor del marido que dicen siempre está en el bar.

Para mí la escena a resaltar es ese diálogo en la vejez de madre e hijo: “¿Te he fallado simplemente por ser como soy?” “No era el hijo que tú esperabas” son algunas de las frases que le dice Salvador a su madre ya anciana (Julieta Serrano) cuanta fuerza. Un ajustar cuentas con el pasado sin que se dañe el presente.

‘Dolor y Gloria’ ha tenido la capacidad de que tres personas en fases distintas de nuestra vida hayamos sido capaces de sentirnos identificadas, comprendidas y ha sido capaz de emocionarnos. Podría hablar de obra culmen, de como todos los temas presentes en su filmografía se encuentran aquí magistralmente, de lo divertido que resulta la deseada confusión entre director y personaje; podría hablar de todas las películas en la que sus directores se deconstruyen (y autocomplacen); de las cientos de referencias que ‘Dolor y Gloria’ guarda, de lo que me gusta que Almodóvar grabe libros en todas sus películas, de lo maravilloso de la puesta en escena, del maravilloso papel de todos los actores (incluído Asier Flores), de lo genial de la fotografía… pero el motivo real de que ‘Dolor y Gloria’ merezca mis dieces ha sido este: nos ha gustado a los tres.